Opinión

Comunicar no es solo informar: la confusión con la inscripción de niños de tres años

Por: Sandy Cuevas

Santo Domingo.- La semana pasada, el Ministerio de Educación encabezado por Luis Miguel de Camps protagonizó un episodio que demuestra que, cuando no se comunica bien, la información se convierte en confusión. El anuncio sobre la inscripción de niños de tres años en el sistema educativo provocó un ruido innecesario que pudo evitarse con algo tan simple como un comunicado claro y oportuno.

El mensaje oficial dio a entender que se trataba de una medida novedosa. La realidad es otra: el régimen actual que inicia en primero de básica sigue igual, pero este año se sumará un número importante de nuevos estudiantes. Eso era lo que había que decir desde el principio, sin adornos ni ambigüedades.

La falta de precisión no solo confundió a las familias, sino que arrastró a buena parte de los medios de comunicación, que se fueron con el amague y reprodujeron la versión incompleta. Cuando desde la fuente oficial no se habla claro, el error se amplifica: titulares mal planteados, interpretaciones erróneas y, al final, una opinión pública mal informada.

Y aquí entra la parte que más sorprende: hablamos de un aumento del 30 % en la matrícula estudiantil. Si el año pasado eran 2.6 millones, estamos hablando de 780,000 nuevos alumnos. Si eso no es un cambio de alcance nacional, ¿entonces qué es? La pregunta inevitable es de dónde salen tantos niños y por qué, si esta modalidad ya existe, no se estandariza de una vez.

Pero incluso si las cifras fueran correctas y el plan viable, surge otro problema: la falta de aulas. Incorporar cientos de miles de estudiantes más sin garantizar la infraestructura necesaria no solo es poco realista, sino que compromete la calidad educativa. No se trata únicamente de abrir inscripciones, sino de asegurar que haya salones, mobiliario, docentes y recursos para recibirlos.

Lo peor no fue el mensaje inicial, sino la ausencia de reacción. Un día después, en una entrevista con un medio, la viceministra de Asuntos Técnicos y Pedagógicos del Ministerio de Educación, Ancell Scheker tuvo la oportunidad de aclarar que esto no empezaba ahora… y no lo hizo. Dejó que la bola de nieve siguiera rodando.

En comunicación oficial, el tiempo es tan importante como el contenido. Si la gente está confundida, hay que hablar ya, y hablar claro. No se trata de controlar la narrativa con medias verdades, sino de garantizar que la información sea precisa y coherente.

En este caso, no pasó. Y el resultado fue una lección de lo que ocurre cuando la comunicación oficial olvida su objetivo principal: informar con transparencia.

La polémica sobre la inscripción de niños de tres años no fue culpa de los medios como quiere decir ahora el señor ministro, sino de un comunicado impreciso y una reacción tardía. En temas educativos, la claridad no es un lujo: es una obligación.

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